viernes, 2 de octubre de 2009
Primero es el relámpago, de eso no hay duda, como diría Rojas, el de Lebú. Y aunque en mi caso particular fue una mañana después de haber vagado en el remolino del mundo - y del alcohol-, aquella luz llegó junto con el primer día del siglo y no se ha ido.
Desde entonces la poesía se ha convertido en una brújula, que a veces me pierde con el Sur, pero que en la mayor parte del tiempo ha sido la partitura idónea para descifrar la música del tiempo; tal vez como sonata funesta o bellísima tormenta, pero inquieta siempre.
Encadenado al cielo, quizá… pero más del aire y del cuerpo del aire, de ese desnudo mármol que se asemeja tanto a un ángel y que resulta siempre la mujer, alumbrándose entre las calles libertinas o en los papiros del viento, convidando su música, su tablatura celeste.
Charlas con la Poesía surge por el gusto de compartir la quimera, por convidar la experiencia de viajar dulcemente solos por los años, y de encontrar en frente un paso, que nos alienta, y de tras nuestro uno más que nos perfuma la vista en esta rueda de locos, de humanos…o peligrosos románticos.
GUSTAVO ALATORRE
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