miércoles, 21 de agosto de 2013

CUARTA JORNADA

En una tarde que parecía abandonada por la gente y el mundo en general, llegamos a la Ex capilla de Guadalupe para dar comienzo a la cuarta sesión del encuentro. Rodeado de árboles y escaleras, de penumbra que crecía conforme el día transcurría, el recinto dio posada a cinco poetas de excelente calidad.
La primera en abrir la sesión fue Julieta Gamboa, quien con su poesía de tono más relajado y reflexivo pareció dar continuidad a la paz que el mundo y la ciudad raras veces brindan a los capitalinos. Poemas que abordan el origen del ser, del alma, que se construyen así mismos y se reconocen –y conocen–. Como si en ellos existiera un ser a punto de estallar pese a la mesura y el ritmo cadencioso que tienen los textos de esta poeta.
El segundo en abrir el verso fue Miguel Santos, poeta campeón del torneo Adversario en el cuadrilátero y que dio fiel testimonio del por qué de su trono. Poeta que sin duda dará de qué hablar conforme avance su obra. Santos reúne en su poesía el idóneo equilibrio, desde mi punto de vista, de la poesía vertiginosa de los años recientes pero dejando a un lado la simple y vana enumeración caótica que suele desmeritar la propuesta de ciertos poetas recientes; en Santos hay sentido, existe un qué decir y un porqué. Buena poesía, sin duda alguna. La tercera en dar lectura a su obra fue Blanca Vázquez, parte de la comitiva del estado de Guerrero que este año participa en el encuentro. La sorpresa fue agradable y no se esperaba menos. No hay duda que la descentralización poética ha permitido el nacimiento de excelentes voces y propuestas que ya no sólo se concentran en las grandes urbes del país.
El cuarto en entrar a escena fue Leopoldo Lezama, quien con un poema de largo aliento aclimató la noche, calmó el viento e hizo vibrar los muros de la capilla: Imagen tras imagen, el poema de Lezama hizo recordar por momentos la construcción poética de un José Carlos Becerra, pero a su forma, a su estilo. Poeta hasta cierto punto alejado del reflector de la parafernalia del mundo literario, Lezama demostró la buena hechura de su poesía, voces como la de él seguramente el tiempo acomodará en su justo espacio. El último en dar voz a su obra fue Ángel Carlos Sánchez, quien hizo rondar el hambre, el paisaje provincial y la injusticia de este país en su poesía. Poeta ya conformado en estilo y voz propia, su obra empieza a ganar seguidores y quienes lo hemos leído o escuchado no dudamos de su calidad y el por qué de sus seguidores.
La noche cayó de pronto en su totalidad, la gente comenzó a irse para internarse nuevamente en el tráfico y el humo de la ciudad, en los escaparates, las luces y las vías. Poco a poco fuimos abandonando la Ex capilla conforme el tequila se acababa. Terminamos el día, la tarde y los árboles. Bajamos a la calle, a las esquinas, a la vida y, parafraseando al maestro Gonzalo Rojas, bajamos nuevamente a buscar nuestra cabeza por el mundo.

No hay comentarios: