lunes, 26 de mayo de 2014
Última Entrega
Para cerrar el encuentro propusimos un cartel de lo más atractivo. Por un lado, convocamos a poetas que han comenzado a ganarse no sólo un lugar en las letras mexicanas, sino también el aprecio y admiración del lector; y por otro lado: poetas de lo más interesantes, cuya obra comienza a ser vital para tener un panorama exquisito de la poesía mexicana.
Fue así como la tarde en la fría plaza del Barrio de San Matías comenzó a llenarse de una atmósfera propia para la poesía; el silencio sabatino, la lluvia como amenaza latente y la palabra poética de las escritoras:
“Tengo que dejarte/ cerrar las puertas de la casa// a diecinueve pestillos/ los portales de mi pecho. / No pondrás un solo pie/ en los jardines, / estúpido retoño. / Da un paso/ y arderá el bosque/ creceré fuego/ en el jardín del odio/ tu planta será ceniza/ porque árbol, selva y jardín/ son míos/ porque casa, fuego y ceniza/ me pertenecen.” (Adriana Tafoya: del libro Los cantos de la Ternura)
Cada una de las lectoras hizo suyo el ambiente: el ruido de las campanadas de la iglesia, las primeras gotas de lluvia y el silencio del público. No había duda para los que presenciamos esa lectura que una buena parte de la poesía de buena manufactura está en la escritura femenina; al menos ese parecía ser el comentario generalizado de los asistentes:
“Entre veras perdida/ dije aquí lo que en mi mundo/ tuve: tierra y más tierra de cara al sol/ para que oyeran/ esta mano de mí, por mí torcida. / Alabado sea el suelo/ de las cosas bienamadas. / Lo que amas te sea tierra, / tierra de mí, en mis páginas te vea/ y seas siempre/ ávida/ aun en mi miedo de ver y escribir/ en el sueño.” (María baranda: del libro Ávido Mundo)
Como parte de las invitadas especiales, Hortensia Carrasco deleitó con su poesía de tono nostálgico. Una de las poetas que más han llamado la atención en los últimos años y que sin duda dará de qué hablar en los próximos, precisamente por su calidad literaria:
“El hombre se aleja de su casa/ Llevando en sus ojos un racimo de uvas/ Entre la chaqueta una botella preñada de vino/ Que no es sangre de la sangre de nadie/ Sino la herida de las parras en el campo/ El llanto ardiente en los viñedos./ Un ferrocarril anuncia una nueva marcha/ Y en la cara del hombre/ Las ausencias han hecho su metamorfosis./ La tambaleante figura/ Contempla el blondo greñerío de los trigales/ El tripería de la tierra sostiene sus latidos. / Algo de tranquilidad resuella entre algún vidrio. / El Hombre bebe a ratos. / El vino es la estrella fugaz que lo ilumina.” (Hortensia Carrasco: Estrella Fugaz)
Tarde nos hizo falta para anochecer con la poesía y las poetas. Poco a poco la luz de la palabra comenzó a iluminar lo que la noche ganaba en tono. Era la hora de partir y dejar llegar el vino a nuestras almas, no sin antes brindar a fondo por los poetas que año con año hacen de este encuentro un coloquio, una comunión de espacios y de poéticas. Pero también por rendir el merecido homenaje al poeta Max Rojas, quien sigue sacando de los días la fuerza para seguir versando. Salud a los poetas todos, y salud por las poetas que cerraron no sólo el encuentro, sino la noche del alma de todos los presentes:
“Cuando el crepúsculo se baña en los cristales/ Es extraño sentirse sexy en los aviones/ Ver las despedidas a lo lejos/ Y esperar la noche sin estrellas/ Nada en el mundo me es ajeno/ Cuando la tarde se baña en mis pupilas/ Y los pájaros dicen ¡mientes!/ Porque tu nombre no eres tú/ Ni las cosas son el nombre de las cosas/ No dormiré esta noche/ No sepultaré mi voz en la penumbra/ No seré un pequeño eco/ Ni una burbuja de humo en la ceniza/ Nada en el humo me es ajeno/ En el instante en que el nombre/ Más exacto de las cosas/ No eres tú.” (Leticia Luna: del libro El amante y la espiga)
Gracias a Carmen Zenil, Adriana Tafoya, Inés Parra, Leticia Luna, Hortensia Carrasco y a María Baranda, nuevamente.
“A la luz llegaré/ cuando mi rostro se haya/ pulverizado en la oscuridad./ El mármol/ las lágrimas, las piedras/ secarán mis ojos. / Los días ya no serán suficientes/ para sacar del mar/ tu respiración.” (Inés Parra: del libro Música de violín para suicidas) 24 de agosto de 2013.
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